martes, septiembre 20, 2005

Nacionalismo o el caso del burro y la Zanahoria



Ha caído en mis manos la conferencia que Veronika Sušová, una estudiante Checa de historia, presentará pronto en una ciudad de Alemania. Toca el tema del nacionalismo como parte de su desarrollo sobre el surgimiento del estado moderno y hace foco sobre los casos de México y Argentina.
Me gustaría aterrorizar al mayor número de personas con sus descubrimientos. En una sinopsis parcial, el argumento parte de una definición de estado-nación como: el conjunto de medios para lograr una población "leal" a cierta elite gobernante. Puede sonar tendencioso pero básicamente la nación existe cuando sus habitantes son fieles a un estado frente a todos los otros. Más aún si pensamos en los estados en formación durante el siglo XIX. Si están tentados en comparar esto de la "lealtad" con el sistema feudal piensen que en todo caso ahora los señores conforman una clase distinta, con motivaciones y reglas distintas por lo tanto.
La paradoja de Latinoamerica, siguiendo con el desarrollo de Veronika, es que la oligarquía local fundó estados basados en una fuerte dependencia económica de los estados europeos centrales (los que les compraban sus materias primas). Así que podríamos decir que los estados latinoamericanos guiados por esta elite perseguían el objetivo de lograr unas modestas administraciones locales, independizarse de España o Portugal para agilizar el comercio con un mayor número de naciones Europeas. Pero ¿y las ideas de libertad de la revolución francesa? ¿El humanismo? ¿La búsqueda de la felicidad para todos?... ¿Acaso no lo dije: "modesta administración local"?

Dicho esto, en los siglos XVII y XVIII cuando esto ocurría en América, en Europa no existían estados-nación propiamente dichos. De aquí que Verónica (siguiendo a Benedict Anderson) plantee provocativamente que en realidad el estado que combina administración moderna y nacionalismo es una creación de América y no de Europa.
Digámoslo así, el estado moderno nace como una administración apropiada para explotadores latifundistas. Este experimento desarrollado en América fue reingertado en Europa como si se tratara de un nuevo invento o alimento, como la papa o el tomate. Una vez alcanzado un desarrollo apreciable, Europa recupera la iniciativa y vuelve a ser el referente para la modernización de los estados en el siglo XIX. A saber: escuela nacional, servicio militar obligatorio, aduana unificada, leyes "universales" y otros atributos que queramos adosarle. Sin embargo como es lógico hay un desajuste y los estados americanos no pueden convertirse y convertir a sus poblaciones para satisfacer el canon Europeo. En mi opinión las razones de este desajuste son bien entendibles. Al ser modelos económicos diferentes (además de interdependientes), el estado no puede otorgar los mismos beneficios tanto de tipo material como en cuanto a participación política que sus pares de Europa. Así, no extraña que Veronika apunte que quizás el círculo se completa en Argentina tan tarde como con la asunción de Perón en el poder, cuando la participación y el concepto de partido político cobran el significado tradicional para un estado moderno.
Podemos notar entonces, que el afianzamiento de un estado capitalista corresponde con el afianzamiento de una clase obrera. Lo que tiene una simplicidad asombrosa.
Los puntos de fuga son diversos desde aquí: la ciencia de por qué unos manda y otros obedecen (Weber). La burguesía, una clase parasitaria que se adapta a su objeto de explotación. La guerra de Malvinas, como demostración de un pueblo fiel a su Estado y su Nación… Y ¿Cuál es la perspectiva si consideramos los cambios en la función del estado para el capitalismo globalizado? ¿Nuevamente una era de desajuste crónico por falta de un modelo propio y de crisis cíclicas como forma brutal y en general sanguinaria de la burguesía para reacomodarse cada tanto?
Interesados en comentar estas ideas con la Autora aquí tienen su contacto: susova76@hotmail.com

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