martes, febrero 21, 2012

Prendedores y otra memorabilia de la U.R.S.S.



A. Zaporózhets, D. Elkonin, Z. Istómina, Z. Manuilenko, Ya. Neveróvich, V. Liáudis, V. Bogdánova, L. Bozhóvich, M. Lísina, V. Davidov, lo mismo que una insignia del ejército soviético comprada en la plaza roja estos nombres pueden golpear el ánimo como el canto del cisne de una mentalidad desarrollada bajo condiciones excepcionales, en particular distintas a las de nuestro mundo globalizado actual, y que nunca regresará.
Estos son algunos de los discípulos de A. Leontiev y L. Vigotski que divulgan su investigación en “La Psicología evolutiva y Pedagógica en la URSS” (Progreso, 1987)

El libro confirma la necesidad de comunicación se establece en la conciencia humana por determinación del medio social. Su enfoque comporta un estudio sistemático hecho de experimentos y una teoría justificada analíticamente.

Los autores reconocen que la capacidad semiótica-lingüística posee rasgos que hacen pensar que su fundamentación es fisiológica. Al mismo tiempo se comprueba que sin la adecuada activación no progresa y las consecuencias inhabilitadoras pueden ser permanentes en la persona, coincidiendo entonces con los autores innatistas (Ej. Chomsky). Esto es significativo porque habitualmente se las considera posiciones opuestas.

Se desprende esto principalmente de estudios de la relación adulto-niño ya que el estudio de la relación entre coetaños, (niño-niño) está en fase inicial. En el principio es la situación social la que inicia los procesos psíquicos necesarios para la formación de la conciencia, por ende de la personalidad; notablemente, la capacidad de valoración.
Por una parte los adultos establecen esta función a través de su interacción con los niños, por otra parte el juego “libre” o de roles entre coetaños/niños muestra ser el ámbito primordial en donde los valores son experimentados y asumidos como propios y se ponen en relación con finalidades propias.

Lamentablemente no se plantea directamente las consecuencias de esta última diferencia fundamental entre la forma en que el adulto introduce tutelarmente al infante en el mundo de la comunicación y la valoración de la experiencia que realiza cuando experimenta con valores en función con sus propósitos propios.
Podemos suponer que la valoración viene primero, un campo concreto donde aplicar las facultades mentales, que le siguen y conforman aptitudes generales: “el pensamiento, la imaginación, la percepción, la memoria, la voluntad” y notablemente la necesidad de la comunicación. Se produce entonces la activación de los órganos de la lengua (o la capacidad de un código semiótico), que es decir lo mismo que el campo de la sociabilidad inscripta en los genes. A su vez esta capacidad semiótica permite la asunción del objeto como externo al “yo” y la autovaloración. El origen mismo de esta serie permanece misterioso pero pareciera que hay una cantidad de combinaciones limitadas y rastreables entre los elementos de la génesis, por eso el enfoque epistemológico resultaría pertinente.

Se subraya que, contrario a una concepción pesimista de la naturaleza humana, desde el jardin de infantes al menos, la interacción social establece valores integradores, colaboración, sensibilidad por el bienestar del otro. La integración es vista por los autores como el camino apropiado para realizar el proyecto político del comunismo soviético. Se abstienen de plantear la relación entre este modo de socialización (valga la polisemia) y la de relación con el adulto, que sólo está justificada por lo sabido: 1) ser el puntapié inicial de la activación de las facultades sociales (relacionales) y luego también 2) ser el canal óptimo para un desarrollo acelerado (u óptimo) de facultades específicas relacionadas con el sistema escolar (música, matemáticas y potencialmente todo el curriculum).
Puede ser sintomático que la investigación sobre el juego libre fuera dejada para más tarde. La capacidad de crítica de los valores no es mencionada aunque su potencialidad es hecha evidente. Quizás un efecto de autocensura bajo el regimen de la ortodoxia soviética. Para muestra de su determinación por fines institucionales, los investigadores se inclinan sobre el fenómeno del juego motivados por los resultados positivos antes mencionados y con el objetivo de “dominar el proceso del juego, (…) dirigirlo conscientemente, para utilizarlo como medio de educación (...)” Lamentablemente el libro fue publicado en 1987 haciendo suponer que la investigación posterior debió verselas con el caos de las consecuencias de la desintegración del regimen hacia 1989.

En el Juego de roles existe una finalidad que es interpretar un rol, y un resultado, en el cómo se realiza el rol. El niño a través de éste aprende a asumir voluntariamente normas basadas en la lógica del comportamiento y a asumir responsabilidades a cambio del resultado: “el juego constituye una escuela de actividad en la que el sometimiento a la necesidad no es algo impuesto desde afuera, sino que responde a la propia iniciativa del niño, como algo deseado. (…) es el prototipo de la futura actividad seria.”

Como al pasar señala Elkonin que esto sólo es posible si el estudio y luego el trabajo no se oponen a la personalidad “como una fuerza extraña y externa” (¡Glasnost!). Sostiene por lo tanto, que esto sólo es posible dentro de la sociedad socialista. Está claro que apunta a un proyecto que la U.R.S.S no pudo concretar lo que de por sí no invalida todos los descubrimientos de su investigación ni mucho menos. De hecho, el encontrar una vía, si bien presentada como ideal, que marca una tendencia posible para la interacción humana, y que relaciona lo social y político con lo individual es un hallazgo notable.
Las normas en el juego son internas, puestas en relación y mediadas por lo tanto por roles, es decir en lo concreto, una posición relativa con los otros jugadores. Esto le permite al niño tomar conciencia de la acción es decir que crea o expande su conciencia de sí mismo y de su capacidad creativa en relación a los otros. Las limitaciones materiales no son un obstáculo porque los objetos son virtuales, figurados (la jeringa del doctor es un pedazo de rama, la locomotora del conductor, un banco etc...) lo importante y funcional son las relaciones interpersonales. De este modo tampoco los roles cuyos temas están basados en la observación del mundo de los adultos son un obstáculo insalvable dentro de esta forma de pensamiento infantil, las acciones valoradas pueden variar mientras adquieran ese valor de la relación con la conducta del otro.
Entonces el estudio de cómo se da la relación entre los esquemas valorativos de los coetaños es necesario. También como decíamos se hace necesario luego compararlo con el funcionamiento con respecto a los adultos y la sujeción que implica. Se puede concebir que los estados de funcionamiento conteniendo distintas facultades y estructuras internas de concepción del mundo y el yo son facultades que persisten a través de la vida incluso en la edad adulta, son fundamentos para la percepción y el pensamiento que se superponen, como sostiene la escuela del Modelo Conversacional de psicoterapia por ejemplo. Se habla hoy en día del pensamiento intuitivo que los niños parecen perder bruscamente cuando son escolarizados y tampoco la escuela soviética parece haberse resuelto a enfrentar este problema. Las determinaciónes políticas saltan a la vista.