jueves, marzo 09, 2006

Cambio jefe de gobierno por libertad



¿Se puede considerar una sorpresa ésta noticia? Solamente por el amague de los medios a la mañana, haciéndonos creer que según la lógica tradicional se impondría la impunidad: el cambio a último momento de la posición de Baltroc hacía pensar que la destitución de Ibarra quedaba lejos, pero también por las ventajas abrumadoras que la defensa llevaba gracias a la naturaleza del sistema.
El apoyo explícito de Kirchner y una campaña mediática generalizada logró tergiversar la naturaleza del juicio político: se intentaba evaluar la capacidad que había demostrado Ibarra para desempeñarse en su cargo pero en los medios la discusión giraba en torno a la responsabilidad penal, que tiene una lógica particular, y en este caso era más difícil de probar.
El jefe de gobierno porteño de motu propio habló de las áreas que debía mejorar del gobierno. Un año después se produce la muerte de 194 personas por la falta de controles. Es difícil entender cómo se puede ver esto como una muestra de idoneidad.

Se puede argumentar desde afuera o desde adentro, con comparaciones y paralelismos de todo tipo, no hace falta hacer una exposición profunda y coherente con un diagnóstico general como fue el discurso de Bidonde para justificar la destitución.

Sin embargo la verdadera complejidad se presenta cuando intentamos indagar en las condiciones en que este resultado pudo darse y lo que implica como proyección para la política local.

Ibarra se encontró en la especial situación de una configuración institucional que califico de "compleja" a diferencia de otras zonas más "marrones" como las del interior del país usando la clásica terminología de O’Donnell. Compleja porque muy acelerada en su capacidad de evolucionar, de quemar etapas. En otras palabras, entiendo que en la Capital, las demandas de la gente le exigen a las instituciones mutar mucho más rápida y complejamente que en cualquier otra parte del país. Parece obvio pero es central para apreciar las condiciones que se suman.

Otro aspecto excepcional de este escenario es el hecho de que Ibarra estaba por así decirlo "rodeado" por izquierda y derecha; no por sectores marginales, sino por minorías capaces de coordinarse a través de las herramientas legales y deliberativas presentes afín de establecer una oposición constante y dirigida a resultados concretos.

Finalmente, el sector sin el cual el resultado hubiese sido otro (lo opuesto de hecho) es sin dudas el movimiento de los padres de las víctimas. Sostengo que fue por la presión de estos en especial y de la "sociedad" en general, que Kirchner tomó la decisión de soltarle la mano a Ibarra. También se puede pensar que les otorgó libertad de conciencia a sus diputados lo que en definitiva sólo marcaría una diferencia de intensidad.
No es muy verosímil en la posición de Kirchner decidirse por una perdida de legitimidad segura a favor de una apuesta que prometía pocos resultados cuando el capital político del presidente ya está entrando en una etapa declinante.

Es nuevamente una muestra de ingenuidad concluir que este resultado "justiciero" augura una era de control institucional efectivo, de autoregulación del sistema. En cambio sólo se ha demostrado que en ciertas ocasiones excepcionales, la institución puede optar por sacrificar alguno de sus miembros por obtener o mantener cierta legitimidad que le es desesperadamente necesaria. Sin dudas la capital ha llegado a un nivel de “democratización” (permeabilidad a las demandas) superior a la que existía previamente y muy superior a la existente en el resto del territorio pero en todo caso esto se pagó de una manera habitual: con los muertos del pueblo. Cuando ésto cambie podremos hablar con fundamentos de una sociedad distinta.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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