
Libertad significa romper las cadenas: externas, sociales, pero también internas a la persona.
Decir que la libertad es la posibilidad de moverse libremente, expresar la opinión y disponer sin restricciones de los bienes de que se es propietario es nada más que una clasificación reductora, escamotea tanto como afirma. Pero además es mentirosa porque en su implementación en la sociedad capitalista ni si quiera se cumple consecuentemente lo que declama . El carácter ideológico de estas premisas se hace muy evidente en la
época actual, donde la repartición de los bienes se hace cada vez más desigual al tiempo que proliferan los abusos a los derechos de la mayoría.
El resultado es una trampa, el patrón dice: "tenés derecho a descansar 15 minutos en tu trabajo", para luego negar ese derecho con alguna excusa, "la situación de la empresa, el país, no me puedo ir a Ibiza..." o lo que sea suficiente ideología para él. El trabajador se encuentra luchando por la mísera concesión que
le prometió el que lo explota, y no por su libertad, no por todo. Porque la libertad en definitiva es la lucha, pero la que llevamos adelante hasta el final, sin aceptar sobornos. La lucha es por todo.