domingo, septiembre 18, 2011

Las cortes y los cortes: crónica del sindicalismo disidente.*

En función de la convocatoria lanzada por Sutna San Fernando, militantes de izquierda y trabajadores cortaron la calle corrientes a la altura de la 9 de Julio el día 31 de Agosto en protesta por el tratamiento de Victor Ottoboni en la justicia por el cual no se le permite apelar un fallo de desafuero en su contra. “Un hombre como Videla tiene más derechos de defensa que un delegado electo que responde a la base.” dijo en una entrevista reciente.

Coincidiendo con una de las mañanas más frías de este invierno, militantes y trabajadores se convocaron a partir de las siete horas en la esquina céntrica. Con la presencia policial a lo largo del acto, los manifestantes resolvieron cortar la calle a las ocho menos diez, cuando sumaban ya casi 200 voluntades.
Desplegaron entonces banderas: “La lucha es de todos- Decimos basta- Unidad y asamblea” “No al desafuero- Contra el despido de delegados de Fate- Sutna-CTA- Victor Ottoboni”. También se vieron carteles de telefónicos tercerizados de Telefónica y del MAS entre otros.
El tránsito fue reorientado rápidamente por la policía motorizada, evidenciando que el caos vehicular suministrado por el corte era mesurado.
Fue curioso durante la concentración presenciar la competencia de una menuda cafetera con su carrito lleno de cilindros plateados contra el McDonalds de la esquina y su coffe shop. Partido que ganó el gigante por 7 a 2. Tal vez por las ventajas de un café más largo y con vaso térmico, tal vez porque los militantes de hoy ya no son como los de antes, o tal vez, porque esa es la correlación de fuerzas.
Junto a esto, la economía del acto no puede pasarse por alto fácilmente: una bomba de estruendo para anunciarse y aplausos incipientes de cuerpos rígidos por la baja temperatura. Dos banderas grandes con consignas sintéticas y claras, mucha experiencia de militantes por una causa nueva, de sindicalismo asambleario, independiente de la grandes centrales; hasta la cantidad fue discretamente justa para bloquear la calle en una apretada línea de 10 a 12 militantes de profundidad.
La historia de Sutna es reciente y de un surgimiento virulento. En las elecciones gremiales de Fate en el 2008, el descontento de los trabajadores llevó a un grupo de delegados a presentar una lista opositora dentro de la CTA, la lista marrón ganó terminantemente y se mantiene a cargo hasta el presente reivindicando siempre la toma de decisiones en asambleas abiertas y obteniendo resultados concretos en las negociaciones con la patronal.
En el aspecto legal, el problema es agudo: los jueces bonaerenses no aceptaron la apelación al fallo de desafuero basándose en una interpretación de la ley que se hizo consuetudinaria después de la reforma laboral de Menem. De esta manera la empresa puede despedir a los delegados mientras son investigados, incluso si resultan absueltos, como en el caso de Victor Ottoboni. Desde el punto de vista constitucional no se observa el principio de la segunda intancia que se supone válida en cualquier juicio.
Se puede pensar que las principales etapas políticas nacionales confluyen en las causas de la situación del sindicalismo en argentina: la represión ilegal que lo dejó cojo de su pata izquierda, la vuelta de la democracia en donde se convirtió en un apéndice de la política partidaria, el menemismo, tiempo de “flexibilización”, y los años posteriores al 2001 en que el marco institucional estalló evidenciando las demandas por una mayor transparencia de la política. Llegamos al día de hoy en que la idea de las asambleas vecinales, reinventando prácticas históricas, se prolonga en el sindicalismo, donde a pesar de un entorno hostil al cambio, permite a veces generar una alternativa, así como la obtención de conquistas, los trabajadores de Fate obtuvieron salarios por encima de los de convenio y mejoras en las condiciones de trabajo. Los partidos de izquierda participan activamente ofreciendo consignas de fondo al movimiento, del que son parte importante, aunque a veces no sea fácil determinar adónde empieza uno y termina el otro.
El grado de discreción y eficiencia demostrado en el acto cuenta la historia y el presente de una militancia que parece haberse destilado de innumerables batallas libradas en desventaja, soportando costos traumáticos y bajo la presión de una coyuntura que reduce el alcance de su expresión simbólica y concreta.

*Trabajo del Taller de Periodismo Político de Ciencias Sociales (2011). Agradezco a los docentes del mismo, Felipe Celesia y Pablo Waisberg por su ayuda inestimable.