“Yo se que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como una bandera a la victoria”
Eva Duarte de
Perón
Victimización
a penas disimulada, una y otra... y otra vez. ¿Es esta toda la
jugada política de ésta política contenida en su libro "Sinceramente"? Es la pregunta principal. Lo que
no quita el lugar a la breve y certera impresión sobre las
operaciones de medios de las que fue objeto Cristina Fernandez de Kirchner.
Me imagino
la recepción de aquellos que lean aceptando el tono dramático del
relato, esos seguidores llorando en cada capitulo, en cada página
por las situaciones de tensión que debió vivir esta mujer tocada
por la varita a lo largo de toda su vida pero con el mérito eso sí,
de ser una peronista ejemplar.
Como si
fuera poco, la miseria conceptual en los discursos de la derecha, de
los medios, de todo el complejo social dominante que la eligió como
rival privilegiada, le permite evocar largamente el escarnio de la
enajenación que por cierto sufrimos todos los argentinos
cotidianamente con idénticos causantes. Pero no es ésta (ya para
aclarar lo evidente), la clave del éxito social de CFK la de decir
lo obvio desde el lugar en que el sistema la ubicó, sino la de
protestar.
Con el
argumento de “porque soy mujer sola”, que ensaya como
explicación del maltrato cotidiano, una impúdica estrategia de
apelación al movimiento feminista por una parte y por otra, con lo
de sola, también al celestismo: mujer, y “mujer sola”, es decir
viuda que merece un trato especial. En definitiva, detrás de este
gesto hay una fabulosa y certera imaginación de la vida política
degradada que habitamos.
Con todo su
discurso frontal... es en el fondo una delicada cortesana de los
modales al discutir las alternativas del traspaso de poder. ¿No es
después de todo ese el rol de un presidente? ¿Ser el mayordomo del
poder? Preparar el lugar y las condiciones donde los verdaderos
poderes discutan las cosas importantes de la hacienda. Lo que sigue
no hace más que confirmarlo precisamente.
En el medio,
una acusación muy grave y confusa: que durante su presidencia, el
complejo empresarial-opositor había intentado provocar una crisis
económica para echarla... Algo sobre lo cual esperaríamos una
aclaración. Se mencionan episodios de desestabilización y pujas de
alcance limitado, pero nada que provoque por sí mismo lo que todos
entendemos por “una crisis” que aparentemente sólo quedó en la
tentativa. Con este tipo de conclusiones apresuradas se va tejiendo
el discurso autosuficiente pero incompleto del libro.
Pero con
toda su plañidera evocación de condicionamientos, la posición de
poder aunque sea éste módico permite intervenir en la realidad con
cierta eficacia. Lo que se demuestra con las pequeñas intervenciones
siempre simbólicas, siempre acotadas que describe con detalle. ¿Qué
hubiese sido de nosotros de haber contado con un gobernante dispuesto
a usar su autoridad para poner en valor todo el territorio y no sólo
las ruinas de Puerto Madero? De otra manera debemos concluir que la
posición de presidencia de la Nación no es más que un cargo
protocolar y que las grandes decisiones de organización
administrativas se deciden fuera del Estado. Debemos establecer
claramente las responsabilidades y los alcances en nuestro sistema
político para poder evaluarlo o replantearlo por ilegítimo.
El libro
está claro revive esa instancia tan exitosa que fue su partida con
la plaza llena y los adeptos llorando su partida y pidiendo clemencia
al destino por el mal que, como queda comprobado, se avecinaba.
Ahora el
giro a la evaluación histórico-político de estas actitudes es muy
preocupante. Al decir que en esta crisis “la historia se repite”,
pone el dedo olímpicamente sobre lo que no pudo solucionar del
régimen político que heredó. Un régimen pendular que no se
interrumpe hasta hoy con evidentes resultados.
La ex
presidenta señala sus coordenadas políticas a través de los actores
políticos y figuras históricas que menciona; por ejemplo: la CGT echó a Lopez
Rega y Rodrigo después de la catástrofe en el 75; pero cae en la
costumbre de echarle toda la culpa al rival político, nunca apreciando la responsabilidad del opositor sea interno o nacional. A su posición política le pasa lo mismo
que al capitalismo: es incapaz de prevenir la "externalidades",
falta de conciencia global. Pero ¿por qué digo lo mismo? Es lo
propio.
La palabra
de la líder peronista es muy necesaria; sin su diagnóstico y sin su
arenga no tendríamos qué contestarle. Estamos en el mismo nivel de
convivencia, de aceptación de la arena política para discutir la
res pública; no como el gobierno actual de piratas, colonizadores y
cipayos. El error que le planteamos es muy simple, aunque lo
relevemos en diferentes niveles, responde a una sola causa: la
adaptación funcional de la oposición nacional al régimen
internacional capitalista.
Superficialmente
la unidad estilística del peronismo es el localismo que se confunde
con anti-colonialismo: la auténtica emancipación viene de
comprender el rol general e internacional del territorio "nacional"
(es decir colonial) en el régimen mundial.
Una
conciencia limitada solamente a lo local es la garantía de ser
superado por la estrategia global de la clase dominante.
Nos
enteramos por “Sinceramente” que los Kirchner hicieron su fortuna
como asistentes de las buenas familias. ¿En qué momento hicieron un
cambio de vida que demuestre que han dejado de serlo? ¿No se basa el
mito del populismo en caracterizaciones falsas de sus actores?
La
estrategia política también es un mapa para evaluar el conocimiento
y la información, ya que opera globalmente y sobre cuestiones
prácticas y públicas. Fernández de Kirchner carece de
esta herramientas. Su capacidad crítica estriba en otros marcos,
otras operaciones y de aquí su limitación cuando analiza el
funcionamiento del consenso liberal, la desinformación, la recepción
de las operaciones de prensa por parte de los individuos. Su respuesta de
que su éxito reside en la ignorancia, por la falta de información y
la debilidad de los individuos no tiene sustento alguno.
Al menos
debería haber escuchado a Chomsky cuando argumenta que la falsedad
anida en la educación y no en la falta de información.
De hecho se
desprende claramente de los mismos ejemplos que publica aquí, que es la
intervención y no el silencio, lo que permite oscurecer la
realidad para el sujeto político, la desinformación no la censura, la que calla a las víctimas, la creación de héroes, no el escarnio de los
rivales, lo que crea opciones electorales.
Con la
necesidad de acercarse a las mujeres abortistas y de aprovechar el
desprestigio de la operación judicial en su contra CFK pide ayuda
manifestando su incapacidad política, lo que llama por un lado el
machismo y por otro y contradictoriamente, reconoce la cuestión esencial, que nosotros llamaremos: posiciones rentísticas.
Convenientemente, ignora hasta
qué punto es su tendencia a la desafección facciosa lo que causa
temor en rivales y potenciales aliados: pagada de sí misma, sea como
forma de supervivencia o patología, funcional dentro del sistema
demente que la lleva a mantenerse en el poder virtual del Estado, sin
por ende entrar en contradicción, (ya que nunca entendió la
posición política de la clase dominante), y con las limitación que
hemos descrito, es indiferente a los costos que paga el pueblo por su
funcionalidad y la del régimen en general del que forma
parte: lo llamaremos "la oposición" del capitalismo.
Ese perfil psicológico y social que hoy hace público, el circulo rojo siempre lo conoció, y eso
explica su enconada enemistad con ella. Como en todo fenómeno
psicológico ideológico, la realidad de la posición propia no es evaluada de forma eficaz
para los objetivos declarados, ya que en ese pacto de silencio reside
la propia supervivencia o mantenimiento de un estatus vital dentro
del sistema. Es la incomprensión mutua entre los lobbistas históricos
y los políticos populistas en la que queda rehén del poder el pueblo
trabajador.
La misma
capacidad de CFK para la construcción de discurso de manera
orgánica y situacional y su dogmatismo económico la llevan tarde
o temprano al conflicto con aquellos actores que dirigen la dinámica
económica del país desde posiciones de privilegio
institucionalizadas.
Dicho esto, la
falta de contacto con la realidad política de construcción social
es alarmante. Menos importante (aunque uno llega a compensarlo explica
quizá gran parte de la admiración que produce en el pueblo) es su
capacidad de construcción de pequeños proyectos de intervención
efímeros. Otro ejemplo es el libro mismo, con una estructuración
en donde se conjugan sabiamente la seducción, el contenido, el
análisis y la exhortación. La famosa “capacidad discursiva de
Cristina”.
He
reflexionado sobre qué motivó a CFK a publicar, este texto y no otro,
y dirán que lo hizo por la salud de su hija pero aún de ser así, no
me refiero a eso: podría
haber escrito un libro sin mostrar y reconocer su ignorancia de la
rosca y la estrategia política .
Concluyo que la única explicación racional es que constituye un pedido de ayuda o excusa.
CFK indica
que ella no se baja de su candidatura sino que lo hace su carencia de
apoyos políticos en su nombre.
Como
rememora aquí, prometió sobre Comodoro Py frente a unas setenta mil personas que seguiría luchando
para defender las condiciones de vidas del pueblo -palabras más
palabras menos-. Sin embargo parece aquí anunciar que no lo hará
como se lo piden, como candidata, sino desde un espacio inimaginable
de subalternidad con el poder y (por si fuera poco) de disidencia
política.
Aún así
podemos encontrar racionalidad en ello si descendemos al nivel de un
proyecto familiar del que de todo modos CFK nunca se apartó.
Obvio sería
decir que su espacio imposible sería el que permita el lanzamiento
de su hijo, intentando lograr ahí donde Cleopatra falló la
transmisión del poder... o en el peor de los casos fracasar de la
misma manera e igualando a su amada figura mítica.
Sin embargo,
sería más ambicioso aún trabajar para el otro delfín, el que
otrora le confirmara la designación de Boudou y el que fue artífice
de la recuperación del sistema de reparto o a saber, salvataje de
las AFJP: Florencia. Sería entonces por su hija que lo hiciera, pero
no en el sentido inocente que se espera. ¿Improbable? ¿Caprichoso?
Sin dudas. Si al hijo del César y Cleopatra le pusieron Cesarión, ¿cómo le pondrán a la heredera de esta Reina del Nilo del revés?
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